(fuente: IEB: Instituto Español de Baubiologie)
Cuando se habla sobre comunidades o ecoaldeas, las
personas tienen ideas ya preconcebidas que no necesariamente tienen bases lógicas
o coherentes. Esto constituye algo negativo para los ecopueblos que si han
logrado innovaciones meritorias; además, disuaden a personas interesadas en
este tipo de proyectos a que puedan acceder a sus beneficios integrales indispensables
en este tiempo.
Estas ideas infundadas deben ponerse a prueba contrastándolas
con argumentos de base:
“Las Ecocomunidades son grupos enamorados del
pasado”.
La Permacultura, la Bioconstrucción y la Agricultura
Natural no son improvisaciones ni prácticas arcaicas, sino frutos de un trabajo
arduo de innovación responsable, y con
criterios integrativos.
Las altas tecnologías también se toman en cuenta pero
siempre con criterios ecológicos y cuando se comprueban científicamente como
innocuas para el ser humano y para la vida en general.
Además, los defensores de las Ecovillas usan el pasado para descubrir nuevas formas de
innovar un futuro digno y sostenible.
Las organizaciones autosuficientes no son económicamente
viables.
Las ciencias y artes aplicadas dentro de las Ecocomunidades son esencialmente
idealistas, no materialistas. Buscan crear biotopos o asentamientos humanos que
generen más vida en lugar de usurparla bajo pretexto de generar “fuentes de
trabajo” y recursos económicos a cualquier precio.
Además, el balance económico de
las ciudades “modernas” está falseado, pues se debe cuantificar todos los
efectos adversos, como la violencia, el hastío y la enfermedad a escalas
personal y global.»
Si ponemos en una balanza los
costos de la construcción natural vs construcción convencional nos podemos dar
cuenta de que los costos de tipo industrial terminan costando más, no solo a
quien construye, sino a la sociedad entera pues al ser construidas con
materiales industrializados y muchas veces tóxicos, se incurre en gastos por
enfermedades, gastos por el calentamiento global, etc. En
cambio la bioconstrucción y las economías ecológicas son empáticas con la
naturaleza, nos dan sustento, bienestar, salud y verdadera seguridad.
Los poblados ecológicos son utópicos
Los poblados
comunitarios existieron por miles de años y convivieron en equilibrio con el
entorno y sus seres. La utopía es más bien creer que las megaciudades insaciables
de energía y recursos a base de petróleo podrán sustentar a la cada vez
creciente sociedad basada en el consumo. Continuamente un mayor número personas
siente que el planeta no podrá sostener este sistema de vida.
Por lo tanto, es
impostergable avanzar a la “visión de utopía verde” de la vida humana entrelazada
con todos los seres, verificando para
cada caso particular, que partes de esta visión, son aplicables para cada lugar,
fuera o dentro de la ciudad.